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Hotel Nacional De Cuba, Un Clásico De Mil Historias

Quizás usted, persona interesada en los valores que puede ofrecer la Habana como destino turístico en el Caribe, conozca o haya leído sobre la institución insignia de la hoteleria cubana.;El Hotel Nacional de Cuba. Sabrá de sus particularidades arquitectónicas, de su formidable y elevada ubicación frente a mar, de sus muy competitivos servicios y es posible de que hasta reconozca su experiencia de casi 80 años, siendo el sitio de hospedaje predilecto de cuanto famoso o famosa arribara a la mayor de las antillas. Inaugurado casi cuando se acababa el año 30 de la pasada centuria, ha provocado siempre muchos comentarios y sus bondades han terminado por darle la vuelta al mundo.

Pero aunque sea usted un conocedor de nuestra isla, es poco probable que sepa muchas de las historias que acopia este ecléctico edificio. De apenas una de esas historias quisiera contarles en este, mi primer artículo para el blog de Umbrella.

Comienzo por comentarles que el Hotel Nacional pudo estar hoy enclavado en un lugar diferente al que ocupa en la actualidad...Su ubicación actual es lo que más lo distingue dentro del mapa urbanístico habanero. El Hotel quedó emplazado en el saliente costero de Punta Brava, en lo más alto de la loma de Taganana casi al extremo de la caleta de San Lázaro. Este, era un sitio habitual de desembarcos de piratas durante los siglos XVII y XVIII, por lo cual la metrópoli española ubicó en el lugar la famosa batería de cañones de Santa Clara, de la cual se observan todavía algunas reliquias en los jardines del hotel. Pero como les expuse anteriormente, pudo no construirse encima del Farallón que lo acoge en nuestros días.

Resulta que corría la segunda década del siglo pasado y a la Habana ya le estaba haciendo falta un hotel de lujo .Apuntemos que en ese tiempo, Cuba recibía ya un promedio de 60 000 turistas al año. El presidente de la república era Gerardo Machado y en su gabinete de ministros sobresalía un hombre que con el tiempo y gracias a sus gestiones al mando de la cartera de Obras Públicas durante la etapa Machadista se ganaría el mote de “El Intrépido”.Hablamos de Carlos Miguel de Céspedes .Fue esta figura la que más impulsó la idea de construir para la ciudad el Hotel Nacional de Cuba.


Al paso salieron inmediatamente varios intereses inversionistas .La estadounidense Casa Morgan presionaba al gobierno machadista para que le permitiese construir y operar ese hotel. Por aquellos días se hallaba en la Habana una delegación de banqueros y empresarios norteamericanos que encabezaba Mr. Browson, presidente de la compañía constructora Purdy and Henderson. Sus integrantes se entrevistaron con Céspedes y le manifestaron que si el gobierno cedía los terrenos de la antigua cárcel de La Habana, la compañía que se formase construiría un magnífico hotel de 500 habitaciones. Era la intención de los norteamericanos construir el hotel, más al centro de la habana de aquella época, justo a la entrada de la bahía habanera; que el futuro hotel pudiera mirar de frente a la farola del Castillo del Morro.

Carlos Miguel les dijo a los norteamericanos que en ese lugar era imposible que se llevara a cabo el proyecto puesto que el gobierno ya tenía destinados esos terrenos a la construcción del Palacio de Justicia ,cuyos planos habían sido entregados ya por el famoso urbanista francés Forestiers, Céspedes les tenía un lugar mejor.

Mr Browson puso entonces el grito en el cielo y se encaró con el Ministro. Fuera de sí, le dijo que si no era allí no sería en ninguna parte. Dándose cuenta Céspedes de la presión a que querían someterlo, subió más aún el tono de su voz y hasta calificó de “zoquete” al presidente de la constructora, diciéndole además que era imposible que pudieran hacer ningún tipo de negocios. Al observar los otros miembros de la comitiva norteamericana que el ministro no era “chantajeable,”intervinieron logrando que se aplacaran los ánimos un poco después, acordándose que se irían a visitar al lugar que proponía el representante cubano.

Céspedes pasado un tiempo les relataba la historia a la prensa y decía:

“Cuando Mr. Browson llegó allí, a la antigua batería de Santa Clara, se quedó sin habla. No solo me felicitó por mi visión, sino que quería cerrar el negocio enseguida”.

El contrato para la construcción del hotel, sin embargo, se sacó, al menos aparentemente, a subasta, y se lo llevó la Purdy and Henderson, que representaba los intereses del hotel Plaza, de Nueva York, y de la Casa Morgan. Se invertirían tres millones de pesos en la obra...

Otra prueba de intransigencia la brindó Carlos Miguel cuando propuso que en el contrato quedara bien claro que en el hotel solo ondearía la bandera cubana. Esa determinación provocaría un grave incidente .Eran tiempos en que la bandera americana ondeaba en los edificios oficiales junto al pabellón patrio.

El día de la firma del contrato se reunió todo lo que era entonces el gran mundo social de la Habana con el presidente Machado. Al leerse la escritura y notar Céspedes que no se había puesto la cláusula respecto a la bandera, cogió el contrato y ante la mirada asombrada de Machado y de los banqueros norteamericanos, lo rompió en mil pedazos, exigiendo la nueva redacción del documento en donde se asentara de manera bien clara, que sería solo la bandera nacional la que ondearía junto al Hotel.


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